Otra de las sopas frías típicas de la cocina española clásica es el ajoblanco. Este es el primer año que me he animado a hacerlo, después de probar el de mi vecino, que lo hace de magister. La textura del ajoblanco molesta a mucha gente, así que si alguien lo quiere colar, habrá de hacerlo en un colador de tela, de los que venden en los chinos, y asunto resuelto. Yo no lo cuelo, porque me encanta llenarme la boca con toda esa almendra cruda recién molida. Si conseguís que lo prueben los chavales, hacédmelo saber, porque os felicitaré efusivamente. Bueno, basta de rollos y vamos al lío, como diría el gran Goyo Manzano...150 gramos de almendra cruda pelada y sin moler
1 litro de agua helada
1 diente de ajo
100 gramos de pan
175 mililitros de aceite de oliva virgen extra
58 mililitros de vinagre de Jerez
1 cucharilla de café de sal
Preparamos el litro de agua helada, que habremos tenido en la nevera un día entero.
Añadimos el diente de ajo.
Medimos el vinagre de Jerez, y lo añadimos a la cazuela.
Medimos el aceite de oliva y lo añadimos.
Le damos cera al tema con la batidora, con alegría, hasta que nos quede esta maravilla veraniega que se suele acompañar con daditos de jamón serrano, uvas blancas o huevo cocido picado.
Yo lo dejo "viudo" porque me gusta así. Disfrutadlo porque os encantará...


Se pelan las patatas, se lavan, y se hacen rodajas, como para panadera.
Se corta la cebolla en discos.
Se pelan los cuatro dientes de ajo, y se añaden a la cazuela.
Dejamos que hierva durante 30 minutos a fuego medio. Dejamos enfriar. Cuando la cazuela esté fría, añadimos los 125 mililitros de aceite de oliva virgen extra CRUDO.
Batimos con alegría, como diría Leo Harlem, hasta que quede absolutamente homogénea y apetitosa. Unos pedazucos de pan, tres o cuatro por bol, o unos taquitos de jamón serrano y a refrescarse...